Ya hemos visto que somos el Pueblo en quien Dios se deleita; somos Sus hijos amados y El es nuestro Padre; somos ovejas del Señor y El es nuestro pastor a quien seguimos en amor como discípulos. Ahora veremos otro aspecto de nuestra identidad, somos la justicia de Dios, el pueblo justo de Dios. Se nos ha justificado, reconciliándonos con Dios y se nos ha constituido justos delante de Dios. Nuestra identidad ha cambiado de manera radical, de enemigos a hijos adoptados y amados como una expresión de Su gracia, y por el regalo de la justicia de Cristo a nuestro favor.